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Sociedad
El cardenal Rouco pide ante una marea de medio millón de jóvenes que «no se dejen tentar por el rampante relativismo moral»
LAURA DANIELE / MADRID
Día 17/08/2011 - 01.46h


AFP

El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, inauguró ayer las XXVI Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) con una cariñosa bienvenida a todos los jóvenes, sacerdotes y obispos que se congregaron en la histórica plaza de Cibeles para participar en una solemne Eucaristía. «Bienvenidos a Madrid», les dijo el cardenal visiblemente emocionado, después de tres años de intenso trabajo de la Diócesis de Madrid para preparar este encuentro, convocado por Benedicto XVI en la JMJ de Sidney, en 2008.
El cardenal, acompañado de 800 obispos y cardenales de todo el mundo, centró su homilía en tres cuestiones esenciales para los jóvenes cristianos de hoy: la fe, el anuncio del Evangelio y la coherencia de vida demostrada a través del testimonio y de las obras. Tres aspectos «más necesarios que nunca» en medio de una sociedad cada vez más alejada de Dios y de los valores del humanismo cristiano, que durante siglos, han sido la base de la convivencia en los países occidentales.

«Perder la orientación»

Consciente de estas enormes dificultades, a las que también se suman otras como la crisis económica, la falta de trabajo o el debilitamiento de la familia, el cardenal aseguró que «los jóvenes, con raíces existenciales debilitadas por un rampante relativismo, espiritual y moral, encerrados por el poder dominante y sin hallar sólidos fundamentos para vuestras vidas en la cultura y la sociedad actuales, incluso, no rara vez en la propia familia, se os tienta poderosamente hasta los límites de haceros perder la orientación en el camino de la vida». A todos ellos, «la juventud del siglo XXI», el cardenal les propuso «hacer vida» el lema de esta JMJ, «Arraigados en Cristo, firmes en la fe» y los llamó a «asumir el reto de la nueva evangelización» de sus jóvenes coetáneos.
«No tengáis miedo a ser santos. Dejad que Cristo reine en vuestros corazones. Respondedle que “sí” con toda la capacidad de ilusión y apertura generosa a los grandes ideales de la vida que os es tan propia. Responded a la renovada llamada de Benedicto XVI con un claro y coherente compromiso de vida. Se evangeliza con las palabras y con las obras hoy más que nunca».

Clave del éxito

Este encuentro mundial del Papa con los jóvenes, que la Iglesia celebra cada tres años en un punto distinto del planeta, es mucho más que un mero encuentro festivo. El obispo anfitrión aseguró ayer a los jóvenes que «el éxito de la JMJ pasa por el encuentro personal con Cristo». «Cristo es, queridos jóvenes, el que os busca y sale al encuentro en la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid 2011. Dejarse encontrar con Él es la clave del éxito de toda JMJ. Y por supuesto, también de ésta que hoy comenzamos».
La Plaza de Cibeles era ayer una inmensa ola amarilla y roja, el color oficial de las camisetas de la JMJ, que representa los colores de España y El Vaticano. Pero en la uniformidad salpicaban las banderas de algunos de los 193 países de procedencia del medio millón de peregrinos que acudieron a la misa. El cardenal les recordó que pisan un tierra muy especial, que durante siglos, se ha fraguado al calor de la fe sus gentes. «Habéis podido comprobar que esa actitud de brazos abiertos y de cálida simpatía tiene que ver profundamente con el hecho vivo de un viejo país formado por una comunidad de pueblos: España, cuya principal seña de identidad histórica y de modo de ser, es la profesión de fe cristiana».

JMJ de los «dos Papas»

La idea de que la de Madrid es la JMJ de los «dos Papas» surgió ayer en esta multitudinaria Eucaristía, cuando el cardenal recordó a su fundador, el beato Juan Pablo II y patrono de este encuentro. «El “Papa de los jóvenes” fue quien inició un período histórico nuevo, inédito, en la relación del Sucesor de Pedro con la juventud, y, consecuentemente, una hasta ahora desconocida relación de la Iglesia con sus jóvenes», dijo el cardenal. Desde aquella primera convocatoria de Juan Pablo II, en 1985, «tres generaciones de jóvenes católicos y no católicos, han visto cómo se trasformaba su vida en Cristo y cómo surgían innumerables vocaciones».
El secreto de esa «luminosa personalidad» no es otro que «su encendido amor a Jesucristo». «Fue un valiente de Cristo», insistió el arzobispo de Madrid, quien señaló que ese «amor apasionado es precisamente lo que fascinaba y cautivaba a los jóvenes. Comprendían que de este modo ellos eran queridos por el Papa de verdad: sin halagos, ni disimulos; ni de forma interesada o superficial; sino con toda la autenticidad del que solo busca el bien o la felicidad» de los demás.
A su lado, en el altar, le oía el cardenal Estanilao Rylko, presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, y a quien Juan Pablo II encomendó la gran aventura de poner en marcha estas jornadas, que en un cuarto de siglo de historia ya han dado la vuelta al mundo. Al finalizar la misa, monseñor Rylko saludó a los peregrinos y les recordó que el beato Juan Pablo II también estaba de alguna manera presente ayer en Cibeles. Un relicario con su sangre había sido guardado en el evangeliario, el soporte que sostenía las Sagradas Escrituras en el altar. «Un huésped muy especial que regresa como patrón y protector y que ha venido a deciros con muchísimo afecto: No tengáis miedo. Optar por Cristo en la vida es adquirir la perla preciosa del Evangelio por la cual vale la pena darlo todo». Su llamamiento cobra especial urgencia en medio de una Europa que, según afirmó, «está dando signos de profunda desorientación». Este encuentro en Madrid «debe servir para decir en voz alta a todo el mundo vuestro firme “sí” a Dios, para testimoniar que la fe es posible». La JMJ acaba de comenzar.

Los mensajes del cardenal Rouco
Tradición católica milenaria

La profesión de la fe cristiana es la «principal seña de identidad» de España, que, al igual que Madrid, «no es inteligible sin su bimilenaria tradición católica»

El «inolvidable» Beato Juan Pablo II
Las Jornadas Mundiales de la Juventud «son inseparables» del «inolvidable, venerado y querido» Beato Juan Pablo II, «el Papa de los jóvenes»

«Perseguido hasta la sangre»
La clave de Juan Pablo II es «su encendido amor a Jesucristo». «Sufrió el dolor de los perseguidos por la causa de Cristo (...), literalmente, hasta la sangre»

Fascinación por el amor a Jesucristo
«Este amor a Jesucristo es precisamente lo que fascinaba a los jóvenes», que «comprendían que de este modo ellos eran amados por el Papa de verdad»

«El final gozoso de una peregrinación»
A partir de la de Santiago en 1989, las JMJ se conciben como «el final gozoso de una peregrinación, fuese cual fuese el lugar de su celebración»

«La generación de Benedicto XVI»
Vosotros sois «la generación de Benedicto XVI», que «tiene sus pecularidades: la globalización, las nuevas tecnologías, la crisis económica, etc.»

Cómo no perder la orientación
«A los jóvenes, con raíces existenciales debilitadas por un rampante relativismo espiritual y moral, se os tienta hasta haceros perder la orientación en la vida»

«Jesucristo os muestra el camino»
«¡No lo dudéis! Jesucristo os muestra el camino y la meta de la verdadera felicidad. No sólo a vosotros; también a vuestros amigos alejados de la fe»

La «nueva evangelización»
«El Señor, por medio del Papa, os va a preguntar: ¿aceptáis el formidable y hermoso resto de “la nueva evangelización” de vuestros jóvenes coetáneos?»