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Sociedad

El Papa: «No paséis de largo ante el sufrimiento humano»

Miles de jóvenes rezaron en el Vía Crucis con el Papa también por los que sufren violencia o abuso sexual

Día 20/08/2011 - 04.11h
«No paséis de largo ante el dolor»
efe
UN patrimonio riquísimo y excepcional para una ocasión excepcional: eso supuso ayer exponer quince pasos de la imaginería española de Semana Santa en las estaciones del Vía Crucis en Madrid, para rezar con el Papa. Lo destacó el mismo Santo Padre al final en la plaza de Cibeles, desde donde siguió la ceremonia. Estábamos en un escenario donde «la fe y el arte se armonizan para llegar al corazón del hombre e invitarle a la conversión». Porque «cuando la mirada de la fe es limpia y auténtica, la belleza se pone a su servicio y es capaz de representar los misterios de nuestra salvación».
Los peregrinos, decenas de miles, siguieron ayer con devoción el misterio de la Muerte y la Resurrección de Jesucristo ayudados por joyas artísticas que se exhibían por primera vez fuera de su lugar de origen y del marco temporal de la Semana Santa. La comitiva procesional estuvo presidida por la Cruz de los Jóvenes y el icono de la Virgen. Recorrió el paseo de Recoletos deteniéndose ante cada una de las catorce estaciones que evocan el camino de la cruz de Cristo, desde la plaza de Colón hasta la de Cibeles. Con la Cruz cargaron jóvenes procedentes de diferentes países que tenían cierta relación con el texto de las estaciones (preparado por las religiosas de las Hermanas de la Cruz de Sevilla, y en en el que se pedía también por los que sufren violencia y abusos sexuales). Eran personas cercanas a situaciones de marginación, enfermedad, dolor o dificultad. Procedían de Tierra Santa, Irak, Albania, Ruanda y Burundi, Sudán, Japón, Haití y Lorca (por el terremoto).
La llamada del Papa a los jóvenes, en su breve meditación conclusiva del ejercicio de piedad, fue clara: «Queridos jóvenes, que el amor de Cristo por nosotros aumente vuestra alegría y os aliente a estar cerca de los menos favorecidos. Vosotros, que sois muy sensibles a la idea de compartir la vida con los demás, no paséis de largo ante el sufrimiento humano, donde Dios os espera para que entreguéis lo mejor de vosotros mismos: vuestra capacidad de amar y de compadecer».

No bastan los nobles deseos

Para Su Santidad, esto no es teoría. En el Vía Crucis que el entonces Joseph Ratzinger escribió en 2005, le pedía al Señor: «Ayúdame para que mi viacrucis sea algo más que un momentáneo sentimiento de devoción. Ayúdanos a acompañarte no solo con nobles pensamientos, sino a recorrer tu camino con el corazón, más aún, con los pasos concretos de nuestra vida cotidiana». Y, en la octava estación («La Verónica enjuga el rostro de Jesús»), anotaba: «Inicialmente, Verónica ve solamente un rostro maltratado y marcado por el dolor. Pero el acto de amor imprime en su corazón la verdadera imagen de Jesús: en el rostro humano, lleno de sangre y heridas, ella ve el rostro de Dios y de su bondad, que nos acompaña también en el dolor más profundo. Únicamente podemos ver a Jesús con el corazón».
Anoche, el Papa volvió a insistir en que obras son amores: «Que sepamos acoger estas lecciones y llevarlas a la práctica. Miremos para ello a Cristo, colgado en el áspero madero, y pidámosle que nos enseñe esta sabiduría misteriosa de la cruz, gracias a la cual el hombre vive». Y para ello, recurría a la ayuda de la Virgen: «Supliquémosle que nos sostenga con su amorosa protección en el camino de la vida, en particular cuando pasemos por la noche del dolor, para que alcancemos a mantenernos como Ella firmes al pie de la cruz».
El termómetro en una parada de autobús de la plaza Colón marca 41 grados. Pero todo el mundo sigue con piedad este acto litúrgico. A mi izquierda, de pie, una inglesa lee en su «Libro del peregrino» la meditación de la tercera estación, las negaciones de San Pedro, representadas por esculturas del Prendimiento, procedente de Orihuela. Uno de sus cofrades, Joaquín Marzá, manifestaba a ABC la gran alegría que sentía por haber traído esta joya levantina a Madrid para el Papa. Ese mismo sentimiento expresó a nuestro periódico Eduardo Pedro Yéboles, de Zamora, presidente de la cofradía Jesús Nazareno, quien además se sentía orgulloso por la multitud de jóvenes que se habían interesado por la historia de su paso.
Y es que anoche, en Madrid, a la muchedumbre de jóvenes de la JMJ se unieron hermanos, cofrades y armados de diversos puntos de España donde se vive de forma especial la Semana Santa. Había, además, tanto majas de Málaga como familias enteras procedentes de Alicante o de Valladolid. Una de ellas, entusiasmada, nos relataba: «Estábamos tan lejos que pensábamos que no veríamos al Papa. Pero hemos tenido la suerte de que ha pasado al lado de donde nos situamos, en su papamóvil».

PDF: Palabras de Benedicto XVI en la JMJ Madrid 2011 - Sábado 20 de agosto (PDF, 55 Kb)